Fenómenos climáticos están afectando las producciones agrícolas. La producción vitivinícola no escapa a tales consecuencias. De todos modos, se están desarrollando diferentes investigaciones para enfrentar estos problemas y lograr producciones rentables.
El ADN de la vid es altamente está conformado por un cruzamiento entre variedades diferentes que pueden dar lugar a una multitud de individuos diferentes con una gran variabilidad genética. En ese sentido, en los últimos años, se están desarrollando a nivel mundial numerosos programas para mejorar la vid, tanto la uva de vinificación como la uva de mesa.
Si bien pertenecen a la misma familia, la uva de vino y la uva de mesa, por su aprovechamiento, tipo de cultivo y las características de las variedades usadas en cada caso, podrían considerarse especies distintas.
Producción vitivinícola: las diferencias entre uva de vino y uva de mesa
En las variedades de uva para vino prima el tamaño pequeño y la composición química de las bayas, mientras que en las de mesa prevalece el tamaño grande y el aspecto externo.
En la uva de vino, las semillas tienen un rol importante por ser fuente de taninos en vinos tintos. En tanto que en las uvas de mesa se buscan más que nada variedades sin semillas
que son más fáciles de comer.
Las primeras poseen una textura y firmeza en la pulpa que no se valora, mientras que para las uvas de mesa es un carácter fundamental.
Estas son algunas de las características de los tipos de uvas. En ese sentido, las técnicas de conducción y cultivo son diferentes y, por tanto, los resultados buscados también son distintos. De todos modos, los objetivos de la vid contemplan la adaptación de las variedades a sus zonas de cultivo y el control de estreses bióticos y abióticos.
Objetivos para mejorar la uva de vino
El mejorador de los cultivos tiene que tener en cuenta las necesidades de todos los posibles usuarios:
• La del agricultor, es decir que sean fáciles de cultivar, bien adaptadas a las condiciones ecológicas y al suelo de la zona. Y que sean productivas y resistentes a enfermedades.
• La del industrial, que es la que comprende la elaboración del vino. El objetivo es que permita hacer un producto de calidad.
• La de los consumidores, que se adapte a las preferencias de los mismos y que posibilite producir vinos equilibrados, con un color intenso en el caso de los tintos, y vinos frescos y afrutados en las variedades blancas.
Además de estas adaptaciones, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la viticultura mundial consiste en amoldarse a las nuevas condiciones meteorológicas provocadas por el cambio climático.
En ese sentido, el incremento de la temperatura, de los periodos de sequía y otros eventos
climatológicos adversos, condicionan el desarrollo de la viticultura, principalmente en las latitudes más bajas, como es el caso de gran parte de la viticultura española.
Objetivos para mejorar la uva de mesa
Más allá de la variedad, las plantas es sensible a los cambios ambientales y su fisiología y está directamente relacionada con el clima de forma tal que estos cambios podrían
afectar su desarrollo.
Las transformaciones en los regímenes de precipitaciones y el aumento de la temperatura son dos de los factores vinculados al cambio climático que tienen un mayor impacto en la producción de uva de mesa, generando consecuencias negativas tanto en el rendimiento del cultivo como en la calidad del fruto.
Los principales efectos del aumento de la temperatura en la composición de la uva están relacionados con el metabolismo primario y con el metabolismo secundario.
Una solución a corto y medio plazo puede ser la utilización de sistemas alternativos de cultivo, con modificaciones en los sistemas de riego, conducción, laboreo, fechas de poda, y con el uso de nuevos patrones, tanto en las variedades registradas como en las nuevas que aparezcan.
De todos modos, la adaptación del cultivo a futuro necesita de cambios en el
material vegetal por nuevas variedades de vid, seleccionadas por su mejor tolerancia
a las nuevas condiciones climáticas extremas.
Los programas de mejora pueden incluir la diversidad genética existente para lograr variedades adaptadas al cambio climático. Mediante el uso de cruzamientos dirigidos, es
posible obtener nuevas variedades que ayuden a afrontar el reto de aumentar las
producciones y la calidad de los viñedos ante un escenario de cambio climático, con
mayor eficiencia en el uso de nutrientes y agua y, por tanto, desarrollando una
agricultura más sostenible.
Los tres tipos de objetivos que mejoran la uva de mesa
• Objetivos técnicos: desarrollan y seleccionan variedades productivas, capaces de soportar condiciones de sequía y temperaturas muy elevadas. Son estables en aromas,
sabor, textura y color bajo estas condiciones. Además, resultan poco exigentes en tratamientos hormonales. Para asegurar la productividad se deben contar con variedades que tengan un elevado índice de fertilidad, ya que condiciones climáticas adversas antes de la floración pueden causar una pérdida de inflorescencias, pudiendo llegar la pérdida a casi la mitad de la cosecha. De todas maneras, se buscan variedades que permitan una
ampliación del calendario productivo. De acuerdo a estos requisitos, hay programas de mejora de uva de mesa que están adaptadas al clima seco y a las elevadas temperaturas y que además no necesitan ninguna aplicación hormonal para obtener el color.
• Objetivos comerciales: es fundamental investigar la aceptación comercial de las variedades en los principales mercados nacionales e internacionales. La aceptación comercial pasa por ofertar variedades que se conserven bien en frío, sean resistentes al transporte y a la manipulación y que tengan una vida comercial prolongada.
Asimismo, pensando en el consumidor, es importante tener variedades sin semillas, de textura crujiente, buen sabor, color uniforme , racimos con buena apariencia y con menos residuos de productos fitosanitarios.
• Objetivos ambientales: desde este enfoque, es importante seleccionar variedades adaptadas a las condiciones climáticas, que puedan soportar enfermedades, requieran de un menor número de tratamientos fitosanitarios, y que sean menos exigentes en fertilizantes y tratamientos hormonales. De esta forma, se puede ofertar al mercado un producto más natural, al mismo tiempo que se abaratan costos en fertilizantes y productos fitosanitarios, reduciendo la contaminación ambiental.