Las consecuencias del cambio climático en la producción agrícola

El impacto negativo del cambio climático en la agricultura atenta contra la seguridad alimentaria. Por esta razón, es importante conocer aspectos centrales sobre el tema para poder adaptar las técnicas empleadas en los diversos cultivos.

En el caso del cambio climático en Argentina se destaca la presentación de los mapas de riesgo de déficit y excesos hídricos por parte de la Secretaría de Agroindustria.

Estos instrumentos fueron diseñados para comparar los niveles de riesgo en relación a la disponibilidad de agua. Puntualmente se proyectó para prever escenarios en los cultivos de secano como soja, maíz, trigo, girasol y algodón.

Los mapas registraron los datos para el período 1980-2010 así como los previstos para el periodo 2015-2039.

Por otra lado, estos mapas de riesgo plantean dos escenarios de cambio climático:

El primero, plantea un escenario de emisiones moderadas de gases de efecto invernadero y algunas acciones de mitigación.

El segundo, es más extremo porque parte de la premisa de que se mantiene la tendencia actual de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

De todos modos, existe la tecnología para que el productor del campo pueda hacer frente al cambio climático y conservar la rentabilidad de su campo.

Una de las conclusiones de este modelo es que se prevé un aumento en un 30% de las precipitaciones en los meses de otoño, lo cual incrementa el riesgo hídrico para el cultivo de soja, por ejemplo.

¿Qué soluciones existen para el cambio climático y  su impacto en los cultivos?

Partiendo de la base de que el cambio climático es una variable de peso que se debe  tomar en cuenta para nuestra actividad agrícola, lo más adecuado es actuar de forma sistemática con buenas prácticas agrícolas.

No existen fórmulas estándares para todos los casos ni se mantienen a largo del tiempo, debido a que deben ser ajustadas periódicamente. Su implementación depende de la región, el cultivo a desarrollar y, por supuesto, de las variables climáticas.

Ejemplo de algunas prácticas agrícolas sugeridas

  • Utilizar herramientas digitales que permitan monitorear el comportamiento climático y que brinden datos agrometeorológicos como probabilidad o nivel de precipitaciones, temperatura del aire, nubosidad, viento y humedad, entre otros.
  • Gestionar de forma adecuada la infiltración  del agua en el lote, para evitar inundaciones o fugas del líquido.
  • Llevar adelante una infraestructura para la recolección y almacenamiento de aguas pluviales para riego posterior en aquellas regiones donde hay déficit de lluvias.
  • Desarrollar una agricultura de precisión con tecnología que posibilite el máximo aprovechamiento de los recursos con el mínimo impacto ambiental posible.
  • Determinar cultivos de cobertura que protejan las condiciones del suelo para la sostenibilidad del modelo de producción.
  • Aplicar métodos de labranza mínima o no labranza para conservar las condiciones del suelo y evitar que escape el carbono a la atmósfera.
  • Implementar cultivos adaptativos que soporten mejor las condiciones de sequía o encharcamiento, según el caso.
  • Sumar un modelo de producción con rotación de cultivo para disminuir la presencia de plagas y el uso de químicos.

La producción agrícola sostenible representa una respuesta al problema del deterioro medioambiental que pone en peligro la producción de alimentos e insumos. También tiene en sus manos, más allá de la tecnología, el futuro del campo.

La creciente demanda de productos agrícolas genera sobre el ecosistema una fuerte presión por la intervención de la actividad humana. Por otra lado, esta dinámica tiene sus efectos en elementos de carácter económico y social.

Para los productores del campo, el futuro se presenta como un escenario permanente de oportunidades.

Las prácticas tradicionales de la agricultura tuvieron su momento y razón de ser cuando su dinámica obedecía a un mercado reducido. Hoy en día, las demandas de cantidad y calidad de los productos obligan a repensar el modelo productivo.

De todas maneras, el impacto a nivel ambiental a raíz del incremento de la explotación con  técnicas pasadas, genera problemas de diverso orden como:

Deterioro del suelo.

Agotamiento y contaminación de los acuíferos.

Reducción de la biodiversidad.

Disminución cuantitativa y cualitativa de la producción agrícola.

Generación de residuos.

Contaminación química.

Cambio climático.

En resumen, estos problemas provocan daños en el agroecosistema y ponen en peligro la posibilidad de seguir trabajando la tierra de forma rentable y sostenible. Derivado de ello surgen los efectos de carácter económico y social que producen el desempleo y la pobreza.