La agricultura sostenible es aquella que promueve la satisfacción de las necesidades alimentarias, mediante procesos productivos respetuosos con el medio ambiente. Dentro de ella, existen varios modelos para ponerla en práctica.
Los cuatro modelos de agricultura sostenible son la agricultura ecológica, agricultura biodinámica, permacultura y la producción integrada. Todos presentan el mismo objetivo: labrar la tierra conservando los ecosistemas naturales.
Estos modelos de agricultura sostenible han surgido como consecuencia del grave impacto ambiental de la agricultura convencional, como por ejemplo la reducción de insectos en los cultivos, que afecta gravemente a la producción agrícola del cultivo del aguacate, entre otros.
Actualmente, las prácticas de agricultura sostenible son una buena alternativa a la agricultura convencional.
Agricultura Ecológica
La agricultura ecológica es el modelo de agricultura sostenible más conocido y extendido en Europa, e incluso puede considerarse la base de los demás modelos.
Dentro de sus principales características se encuentra el uso exclusivo de las prácticas de cultivo sostenible que colaboran con la preservación de la biodiversidad del suelo e impiden su devastación.
Asimismo, la prohibición del uso de fertilizantes y fitosanitarios de origen químico, la rotación de cultivos, el aporte de materia orgánica para conservar la fertilidad del suelo y el uso de pesticidas naturales para enfrentar plagas y malas hierbas; son algunos de los rasgos de este tipo de agricultura.
Agricultura Biodinámica
La agricultura sostenible biodinámica se enfoca en la interacción entre el suelo, los nutrientes, los microorganismos, los animales, los cultivos y las relaciones energéticas que existen entre estos elementos.
El término biodinámica tiene origen griego y significa “ciencia que estudia las fuerzas vitales de la vida”. Este modelo de agricultura sostenible surge de la teoría de antroposofía desarrollada por Rudolf Steiner a principios del siglo XX.
Por lo tanto este modelo de agricultura sostenible se caracteriza por el uso de compuestos específicos de procedencia animal y vegetal preparados durante meses, y teniendo en cuenta los ciclos astronómicos para siembra, labranza, mantenimiento y cosecha.
Permacultura
La permacultura, o agricultura sostenible permanente, surge en Australia al notas las pingües interrelaciones en el ecosistema de la selva.
Su principal objetivo es amoldarse lo máximo posible a la naturaleza, igual a como lo hacían los pueblos indígenas durante siglos. De esta forma se cree que se llegaría a una agricultura sostenible y más eficiente.
Las características de este tipo de agricultura son:
- La investigación del terreno donde se sitúa el cultivo para determinar los organismos que lo habitan durante al año.
- La distribución de los cultivos para que dichas interrelaciones se lleven a cabo.
- El uso multifuncional y sostenible de los elementos, aprovechando al máximo las interrelaciones.
- Poder cubrir cada función con más de un elemento, aumentando así la seguridad en caso de fallas.
- La realización del mínimo esfuerzo para obtener un máximo rendimiento.
- El uso eficiente de los recursos de la naturaleza, como por ejemplo temperatura o los cambios de pendiente.
Producción Integrada
La producción integrada apareció a finales del siglo XX a raíz de las evidencias del impacto negativo de la agricultura convencional, por ejemplo los efectos negativos provocados por el uso de pesticidas, fertilizantes sintéticos y herbicidas que hasta entonces se habían usado de manera descontrolada.
En ese aspecto, la producción integrada como el modelo de agricultura sostenible combina los métodos de lucha biológica para el control de enfermedades y plagas junto con el uso de las técnicas agrícolas tradicionales, basadas en el uso de productos agroquímicos.
¿Qué elementos miden la sostenibilidad agrícola?
Para valorar el nivel de la agricultura sostenible se debe comenzar por las funciones de la tierra que son distintas e incluyen la producción, el mantenimiento de la biodiversidad medioambiental, la gestión del clima, el control de depósito y de movimiento de la superficie y del agua subterránea, el depósito para los productos sin procesar y minerales para el uso humano, la regulación de la contaminación y los residuos, el suministro del espacio físico para las viviendas, la archivación o patrimonio y la provisión de espacios conectivos.
Las calidades y limitaciones de cada parcela se centran en dichas funciones. En tanto que la evaluación de calidad sostenible de cualquier terreno puede emplear métodos para medir la capacidad de esa parcela. Los objetivos principales de estos indicadores son por un lado, la conservación de los recursos naturales como el agua, aire, suelo, biodiversidad, paisaje y recursos mineros. Y por otro lado, los valores sociales que son característicos de un cierto grado de socialización y que están dentro de la agricultura sostenible como la ética, la conciencia social.
De esta forma, la agricultura sostenible puede verse representada en cualquiera de estos modelos. Cada uno tiene sus rasgos específicos pero todos persiguen el mismo objetivo: producir preservando los suelos y los recursos naturales.