Si hablamos de controles ecológicos de plagas, se pueden realizar chequeos sobre las plantaciones sin tener la necesidad de depender de productos químicos.
Hay pruebas que se han hecho y han demostrado que el control biológico de plagas puede ser posible y efectivo. Tal es el caso de los resultados obtenidos en el proyecto piloto holandés que pudo concretar una protección integral de los cultivos.
En el caso de los Países Bajos ha culminado un proyecto piloto que demuestra la producción de tomate sin azufre. Esta iniciativa investigó la efectividad de las estrategias propuestas para realizar un control biológico contra determinadas plagas como el ácaro, el pulgón o la mosca blanca.
En 2024 se realizaron experimentos en dos invernaderos que tenían plantaciones de tomate. El objetivo fue probar diferentes alternativas que sean útiles y efectivas y permitan proteger a las plantas de plagas que las puedan dañar.
La prueba piloto brindó información valiosa sobre el resultado que pueden tener ciertas estrategias que sirven para controlar la existencia de plagas dentro de la producción de tomate.
Cambios en la composición de los cultivos: otra alternativa para obtener mejores resultados productivos
Una prueba derivó en la producción de lechuga modificada genéticamente para obtener un nuevo enfoque que merita enfrentar la falta de nutrientes en las plantas.
Un equipo de investigación de la Facultad de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha desarrollado otra variedad de lechuga que contiene importantes vitaminas esenciales y antioxidantes esenciales para su crecimiento y desarrollo.
Las investigaciones y los hallazgos obtenidos dan cuenta de que la tecnología de edición genética puede mejorar los índices nutricionales de la lechuga al incrementar algunos componentes y vitaminas, transformando el producto en un alimento más nutritivo.
Este logro fue posible a partir del trabajo y la modificación de diferentes vías bioquímicas, lo que permitió a los investigadores mejorar muchos de los valores nutricionales de forma simultánea en lugar de enfocarse en un solo elemento.
Hay herramientas que son efectivas y permiten y permiten modificar la composición del ADN de los cultivos. A diferencia de los métodos tradicionales de modificación genética (OGM), que introducen ADN ajeno, hay otras alternativas que permiten aplicar variaciones específicas dentro de la composición de una planta.
Con esta tecnología y este proceso, los investigadores pueden mejorar las cualidades de los cultivos, como por ejemplo, el contenido nutricional o el poder de resistencia que tienen para enfrentar algunas enfermedades, entre otros.
Al modificar los genes que regulan la producción de vitaminas, los científicos pudieron aumentar los niveles de algunos componentes que son vitales y brindan beneficios para la piel, la nutrición o la salud en general de las personas.
En el experimento que se hizo sobre la producción de lechuga, las plantas pudieron mantener su forma, tamaño y calidad, pese a las modificaciones genéticas. Esto da cuenta de que más allá de cualquier modificación, la calidad nutricional y productiva del cultivo se mantiene.
Las modificaciones que se pueden hacer sobre los genes de los cultivos pueden ayudar a que los productores obtengan producciones efectivas y rentables. Contar con pruebas o experimentos ayuda a que más agricultores se encarguen de investigar e indagar otras posibilidades que ayuden a mejorar sus producciones, manteniendo su calidad y el cuidado del espacio natural en donde se desarrollan.
Los hallazgos forman parte de la transformación que ayuda a conseguir una mayor seguridad en los alimentos.
Dichos avances sirven para enfrentar aquellas falencias nutritivas y colaborar para que las dietas contengan todos los nutrientes necesarios para el desarrollo de un ser vivo. En ese sentido, los expertos han podido demostrar que la modificación genética de un alimento o de un cultivo puede hacer que se generen producciones de calidad y que no se vea alterado su proceso productivo.