El uso de buenas prácticas agrícolas en cultivos especiales

La producción de cultivos especializados y productos de valor agregado, pueden diferenciar las inversiones realizadas. A diferencia de un producto básico, los productos de alto valor pueden ser muy diferentes de una granja a otra. Las disparidades provienen del manejo de los recursos y de las herramientas utilizadas en cada establecimiento. 

El manejo del agua en los cultivos de tomate

Las raíces de los tomates pueden tener una profundidad de hasta dos metros si el crecimiento no presenta problemas. De todas formas, la mayoría del desarrollo de las raíces se produce en los primeros 60 centímetros del suelo. 

Los tomates son cultivos que necesitan mucha agua. Un cultivo avanzado de tomates puede consumir más de cuatro litros de agua por día, cuando la radiación solar es elevada. 

En relación al riego de tomates, lo más importante es que ese riesgo sea homogéneo. El estrés hídrico alienta a la presencia de trastornos fisiológicos de la fruta, como la pudrición y las grietas. Es por eso que, para lograr un buen rendimiento es necesario mantener los niveles de agua y así obtener un óptimo desarrollo de la fruta. Al mismo tiempo, es fundamental evitar el exceso de agua porque los tomates son sensibles a las variaciones drásticas de humedad. 

Las buenas prácticas agrícolas provocarán un incremento de la materia orgánica en el suelo y esto a su vez, ayudará a mejorar la retención del agua y eliminar las fluctuaciones de humedad. La humedad del suelo, incrementa la capacidad de retención de agua de la materia orgánica. Asimismo, la materia orgánica mejora la estructura y la porosidad del terreno. Las prácticas agrícolas, como cultivos de cobertura, compost, cubiertas orgánicas, entre otros; colaboran con la estructura de la superficie y contribuyen con las variaciones de agua que pueden presentar las plantas. 

¿Qué cantidad de agua necesitan los cultivos de tomates?

La cantidad de agua en un cultivo de tomates, muta según las condiciones climáticas del lugar, el tipo de suelo y el tamaño de las plantas.  

Por lo general, los tomates consumen entre 2 a 3 centímetros de agua a la semana. En ese sentido, los sistemas de riego que se implementan incluyen la cobertura de agua de mantos y surcos, la aspersión y el goteo.

Tipos de riego en el cultivo de tomates

Por cobertura 

Muchas veces se utiliza el riego por inundación que es el que menos equipamientos requiere, pero al mismo tiempo es el menos efectivo en cuanto a la cantidad de agua utilizada. Este tipo de riego se suele implementar en grandes plantaciones. 

Por aspersión

El riego por aspersión o mediante el uso de rociadores se usa para mojar las frutas y las hojas. Sin embargo, esta salpicadura de agua en el suelo, aumenta el riesgo de enfermedades. 

Por goteo

El riego por goteo aporta a los cultivos la humedad necesaria de forma eficaz y constante, en comparación con el riego por aspersión. Sin embargo, requiere de una mayor inversión en cuanto a los gastos de material y mano de obra. Este tipo de riego favorece la reducción del crecimiento de malezas si las líneas de goteo se ubican cerca de los cultivos. Aún en zonas lluviosas, el riego contribuye con la eliminación de variaciones de humedad en el suelo cultivado. 

¿Qué problemas se pueden generar con un mal manejo del uso del agua?

El estrés producido por la humedad puede ocasionar diferentes problemas en los aspectos fisiológicos de los tomates. En la floración, los problemas con el riego pueden provocar que los brotes caigan sin cuajar. Las variaciones de humedad o el estrés producido durante el crecimiento de la fruta, puede perjudicar la absorción de calcio de las raíces y esto daría como resultado un alto índice de pudrición.  

En ese aspecto, los cambios de humedad durante el desarrollo de la planta también incrementan los problemas de grietas, ya que las capas internas de la fruta se expanden más rápido que la superficie, lo que provoca que la piel del cultivo se abra. Por su parte, el riego o las lluvias intensas después de una sequía prolongada también produce grietas.  

Asimismo, los períodos de humectación foliar extensos y las salpicaduras de agua del suelo a las frutas, contribuyen con la aparición de enfermedades como la roya temprana y tardía y la antracnosis.

El impacto del riego en el sabor de la fruta

Algunos productores optan por causar un estrés hídrico en las plantas para mejorar el sabor de la fruta. Dar entre un 60% y un 80% de la necesidad normal de agua durante la fructificación puede generar un sabor más intenso en el tomate. 

El manejo del agua va a estar atravesado por el destino de los cultivos. En ese sentido, los tomates destinados a mercados de especialidad optan por este sistema de riego. En tanto que los tomates destinados a la industria, suelen recibir menos agua en las últimas etapas productivas para incrementar el contenido de sólidos solubles.